martes, 19 de noviembre de 2013

SALUD Y CALEFACCIÓN.


La llegada del invierno se anima y es hora de aclimatar nuestras estancias. Aunque es muy variable según como sea la persona  y momentos la sensación de frío comienza cuando la temperatura baja de 20º o 21º en ausencia de actividad física. En ese momento es cuando tenemos que conectar algún sistema que caldee el ambiente.

Lo ideal es que la temperatura no suba de 21 a 23 grados y que la humedad del ambiente se sitúe entre el 50 y el 70%. Para conseguir esto, es importante que dispongamos de un termostato que regule la temperatura.

Cuanto mayor sea la temperatura, más resecará el ambiente, dependiendo este factor del sistema de calefacción utilizado. El sistema de aire acondicionado por bomba de calor es el que reseca más. Son buenos sistemas los acumuladores, emisores eléctricos y los radiadores de agua caliente cuya caldera funciona con gas o gasóleo.

La sequedad del ambiente nos provoca sequedad en la piel y las mucosas. Esto último puede generar molestias. La sequedad de mucosa respiratoria hace que las células defensivas no produzcan moco adecuado y no eliminan las bacterias que intentan colonizarlas, por lo que son proclives a la infección. La sequedad ocular puede generar conjuntivitis.

El incremento de temperatura 25-26º además de producir una sensación de calor, reseca más el medio ambiente. Al aumentar el contraste de temperatura entre interior y exterior, puede disminuir la capacidad de respuesta defensiva del organismo en pacientes con enfermedades de vías respiratorias, como el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica que son más susceptibles a estos problemas.

La calefacción por hilo radiante o circuitos de agua que se instalan en el suelo pueden acentuar los problemas circulatorios como las varices.

RIESGOS DERIVADOS DE LA PRODUCCIÓN DE SUSTANCIAS TÓXICAS.

La mala combustión del material empleado para la producción de calor, bien por el mal funcionamiento del sistema o bien por una obstrucción de la salida de humos, puede provocar la emanación de gases nocivos y su acumulación en cantidades peligrosas.

            El monóxido de carbono se produce por una combustión incompleta del material utilizado como combustible. Es una gas incoloro e inodoro, que no irrita las mucosas ni produce tos. La persona puede empezar perdiendo el conocimiento y posteriormente ocasionar una parada cardiorrespiratoria. En intoxicaciones de menor grado puede provocar dolor de cabeza, nauseas, debilidad, mareos y agitación respiratoria.
            El dióxido de nitrógeno se libera cuando las cocinas, hornos  de gas y las estufas de parafina no funcionan correctamente. No huele ni se ve, pero es irritante para las mucosas y puede causar dificultades respiratorias, sobre todo en pacientes asmáticos. 
           Existen otro productos derivados de la mala combustión, como las estufas o chimeneas de carbón y leña que son las partículas de diversos elementos como benzopirenos o radón que además de tener un alto poder irritante pueden depositarse en lugares profundo del árbol bronquial, pudiendo favorecer a la aparición de tumores.

¿CÓMO EVITAR QUE ESTOS COMPONENTES SEAN PERJUDICIALES?. 

Asegurándonos que todas las fuentes de calor funcionen correctamente y siguiendo las instrucciones de los fabricantes en la puesta en marcha, manejo y mantenimiento de los dispositivos. Si empleamos fuentes de calor sin una adecuada salida de gases al exterior como pequeñas estufas, chimeneas,... hay que tener la precaución de abrir una ventana cada cierto tiempo para ventilar la estancia.

Una buena ventilación implica eliminar el aire viciado del interior y sustituirlo por otro menos contaminado procedente del exterior. De esta manera eliminamos el exceso de humedad, gases y otras sustancias nocivas como el dióxido de carbono expulsado con la respiración o residuos generados por la combustión de los sistemas de calefacción.

Se recomienda apagar la calefacción por la noche o bajar la temperatura entre 15-17 grados. Por la mañana y antes de encenderla nuevamente es necesario abrir las ventanas unos diez minutos como máximo para renovar el aire.

En esta época del año es necesario calentar las viviendas para que resulten más confortables, pero tenemos que ser conscientes de que la calefacción puede tener efectos perjudiciales tanto para la salud, como para el medio ambiente y para nuestros bolsillos.




Haverland






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